
La celulitis es uno de los problemas estéticos más comunes. Se estima que afecta en mayor medida a las mujeres, de hecho, entre el 80% y el 90% de las féminas tiene algún signo de celulitis.
Básicamente, consiste en un almacenamiento de grasa y agua en las capas más profundas de la piel que da origen a los antiestéticos hoyuelos o “piel de naranja” que aparecen sobre todo en las caderas, muslos, nalgas y abdomen.
En la mayoría de los casos, la celulitis está causada por desequilibrios hormonales y la acumulación de toxinas en el cuerpo. Sin embargo, también se conoce que una dieta pobre en nutrientes, la inactividad física, las variaciones del peso corporal, la genética y un estilo de vida poco saludable pueden propiciar su aparición a una temprana edad.
Afortunadamente, existen algunas estrategias para combatir los signos visibles de la celulitis y prevenir que el trastorno se acentúe.
En este sentido, los productos anticelulíticos se pueden convertir en una apuesta ganadora.
¿Cómo funcionan los productos anticelulíticos?
Los productos anticelulíticos son una de las soluciones más eficaces y menos invasivas para combatir la celulitis. Actúan de forma tópica, llegando a las capas más profundas de la piel para devolverle su tersura y elasticidad. Para conseguir estos cambios, los productos anticelulíticos:
- Activan la microcirculación. La microcirculación es el proceso mediante el cual los nutrientes llegan a los tejidos y se desechan los restos celulares. Cuando este proceso falla, las toxinas se acumulan bajo la piel y se acentúan los signos de la celulitis. Por eso, muchos de los productos anticelulíticos contienen extracto de algas marinas, castaño de indias, cola de caballo o naranja amarga ya que estos compuestos actúan estimulando la microcirculación para favorecer la oxigenación de las células y la eliminación de toxinas.
- Fortalecen el tejido conjuntivo. Con la celulitis se debilita el tejido conjuntivo, aquel que le aporta firmeza y elasticidad a la piel, lo cual facilita la formación de cúmulos de grasa y líquido bajo la epidermis. De ahí que muchos productos anticelulíticos tengan entre sus ingredientes vitamina C, ácido hialurónico o centella asiática ya que estos compuestos ayudan a regenerar el tejido conjuntivo, mejorando su elasticidad y aumentando su grosor.
- Previenen la retención de líquido. La retención de líquido es uno de los peores enemigos de la celulitis. Por ello, uno de los mecanismos de acción más comunes de los productos anticelulíticos consiste en drenar el exceso de líquido o grasa para devolverle la apariencia uniforme a la piel. Ello explica por qué la cafeína, por ejemplo, es un excelente agente anticelulítico ya que deshidrata las células haciendo menos evidente los signos de este trastorno.
¿Son realmente efectivos los productos anticelulíticos?
Algunos expertos ponen en tela de juicio la efectividad de los productos anticelulíticos, alegando que dichos productos solo ayudan a reducir los signos visibles de la celulitis pero que en realidad sus efectos no son duraderos. Es cierto que no existen productos anticelulíticos “milagrosos” que eliminen la celulitis de golpe en determinado período de tiempo, pero muchos de estos productos en realidad funcionan a largo plazo, sobre todo cuando se aplican de forma constante y se combinan con algunos cambios saludables en el estilo de vida.
Un estudio publicado en la revista Annals of Dermatology encontró por ejemplo que las cremas adelgazantes para combatir la celulitis pueden reducir hasta un 19,8% los signos visibles de la celulitis tras 6 semanas de uso. Y no es el único estudio que lo demuestra, otras investigaciones también han hallado una elevada efectividad en los productos anticelulíticos a base de cacao, cafeína o silicio orgánico, un efecto que aumenta al combinarse con la práctica regular de ejercicio físico y una dieta saludable, rica en frutas y verduras.
Referencias:
Young, S. et. Al. (2015) Efficacy of Slimming Cream Containing 3.5% Water-Soluble Caffeine and Xanthenes for the Treatment of Cellulite: Clinical Study and Literature Review. Annals of Dermatology; 27 (3): 243–249.